Que Dios te dé el doble de lo que me deseas

Empecemos por el principio.

Cuando recién nacemos queremos la atención de nuestra madre en forma total, exclusiva y absoluta.

Cuando vamos creciendo nuestros juguetes son nuestros y sólo nuestros.

Mío! Esto es mío!

Nos meten al nido no sólo para que nos enseñen los colores y a cantar, sino también para aprender a compartir y darnos cuenta que no somos los únicos en el universo.

Seguramente, que en nuestros primeros años de estudio, cuando empezamos a crecer y a formarnos no nos hacía mucha gracia que a nuestra amiguita le regalaran una muñeca mejor que la nuestra o que fulanito trajera dulces importados en la lonchera. Dulces mucho más ricos que los nuestros.

Tal vez un pucherito, ganas contenidas de llorar o algún reproche a nuestra madre habrá sobrevenido a nuestro deseo de tener lo que tenía nuestro compañerito.

Deseo de tener lo de nuestro compañerito y, sobre todo, sentimiento de desdicha por no poseer lo que tiene el otro y por lo bueno que le está pasando al otro.

No siempre deseamos que le pase lo mejor al otro.

No siempre somos generosos con nuestros sentimientos.

Algo de egoísmo innato existe en la entrañas hasta del más cristiano.

Sin embargo, vamos creciendo, formándonos y dejamos de ser niños… nuestro ego, naturalmente, va quedando rezagado, educado, controlado por los valores que recibimos en la casa, escuela y sociedad en general.

Nuestra generosidad y altruismo suele aumentar cuando maduramos.

Ojalá que Ivana se saque 20 en matemáticas porque se la paso estudiando todo el fin de semana.

Ojalá que a Hugo lo lleven este año a Disney, se muere de ganas y no conoce.

Que Renzo le caiga a Maria Grazia.

Que a Laura la inviten a la fiesta de prom.

Que Vasco ingrese a la universidad.

Que a Ximena le resulte la dieta que esta empezando.

Que a Gianna le propongan matrimonio.

Que a mi vecina le  quede linda su casa de playa, que el hijo de mi amiga se gradúe con honores en su maestría, que el negocio que están poniendo mis primos sea un éxito, que su nuevo novio sea tan bueno como parece, que se casen, que sean felices para siempre!

Parece lógico y elemental. Desearle el bien a los demás. A los que nos cruzamos por la calle, a nuestros amigos y parientes más cercanos.

Si nos ponemos la mano en el corazón sabemos que no siempre es así.

Nos visita un bichito un tanto mezquino. Se entremezclan pasiones que nos llevan, muchas veces, a desear NO que a uno mismo le vaya mejor, sino que al otro le vaya peor.

Escribo esto y me suena terrible. No me gusta y estoy segura que a nadie le va a gustar reconocer que a veces somos mezquinos con nuestros semejantes.

Muchas veces no deseamos –realmente– que Ivana se saque 20 en su examen de matemáticas (por más que sabemos que se mató estudiando).

Ni que Hugo conozca Disney.

Nos alegramos un poquito si Renzo no le cae a Maria Grazia.

No nos ponemos tan felices si a nuestra íntima amiga la invitan a una prom.

Sucede y luchamos para que NO sea así, pero sucede…

De todas maneras, el propósito de este post NO es demostrar que la esencia del ser humano tiene gotitas de envidia en su componente.

Mi objetivo, un tanto utópico, es imaginar la vida como un boomerang.

Esa idea nació camino a la oficina cuando la sabiduría popular se cruzó ante mis ojos.

QUE DIOS TE DE EL DOBLE DE LO QUE ME DESEAurlS, escrito en el trasero de una combi.

Obviamente no era la primera vez que leía esa frase, pero la miré con otros ojos.

Llegué a mi oficina y la publiqué en mi muro de FB.

El efecto causado fue lo que me gustó e inspiró este post.

Muchos amigos me empezaron a desear toda clase de cosas maravillosas.

La vida como un boomerang.

Te lanzo una bendición y esta me regresa como por efecto de magia.

Me imagino algo lindo para ti. Realmente lo deseo, y ese deseo dobla la esquina y se encuentra conmigo.

Se encuentra conmigo de la manera más inesperada. Me llega cuando menos lo imagino. Y si no me llega a mi, este efecto boomerang es tan perfecto que, le llega a mis hijos.

Un dardo cargado de amor me regresa como una mirada llena de dulzura. Unas palabras bonitas. Un reconocimiento de mi jefe o de mi ex.

El karma explica desde hace cientos de años lo que yo sueño aquí con ustedes.

Generalmente el karma se interpreta como una «ley» cósmica de retribución, o de causa y efecto. Se refiere al concepto de «acción» o «acto» entendido como aquello que causa el comienzo del ciclo de causa y efecto.

Si interiorizamos este principio y nos regimos de él estoy segura que vamos a desear, genuinamente, un 20 en el examen de todos.

10 comentarios en “Que Dios te dé el doble de lo que me deseas

  1. Mi padre decia siempre: «la vida es una rueda» lo que das vuelve a ti siempre; y a lo largo de la vida lo he podido comprobar una y mil veces. Me encanto tu post amiga . Besos desde cangurolandia.

  2. Hola Marisol, una vez mas te felicito.
    Es que todos nacemos egoistas porque un bebe lo unico que sabe es llorar y asi lo consique todo.
    Nosotros como padres , debemos emplear el amor duro. a veces es mas facil DAR,que EDUCAR,
    y ahi es cuando hacemos que cresca ese mounstrito que es el EGO
    El universo nos da todo lo que nosotros damos, si damos amor recibimos el doble. Todo lo bueno y lo malo se nos devuelve, con intereses
    Siempre antes de desearle algo malo a alquien o antes de juzgarlo debemos saber que todo nos sera devuelto.
    Me encanto tu articulo

  3. hola es la primera vez que estoy leyendo tu blog y me parece muy interesante, acabas de aclarar mis ideas…gracias y si tienes razón «la vida como un boomerang» xD

  4. Buenisimo Marisol!!! Definitivamente todo lo bueno y malo que damos o deseamos, regresa a nosotros. Asi que…….a aflorar nuestro lado bueno siempre!!!

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